La falta de deseo es un problema que afecta casi a un 70% de las mujeres que se acercan a la cincuentena. Y a pesar de ser un mal común, pocas veces se reconoce abiertamente. Es el gran tabú en la mayoría de los dormitorios, y pocas de sus protagonistas sabe que tiene solución.
No me apetece nada, nada. Y cada vez peor; con lo que yo he sido…, mi vida sexual antes era bastante buena, podíamos hacerlo seis o siete veces en un fin de semana”, confiesa Rita R., una de las pocas mujeres que se atreve a contar la realidad que ven cada día los ginecólogos en sus consultas: para las que rondan los 50 años la falta de deseo se ha convertido en la gran sombra que planea en la intimidad del dormitorio. En concreto, un 68% de quienes se encuentran cerca de esa edad refiere tener baja libido, según el último estudio de Domma, una start up con una comunidad de más de 70.000 mujeres que está especializada en la investigación y tratamiento de los desajustes hormonales que rodean la menopausia. Éste es el otro gran tema tabú y, aunque no la única, una de las principales causas de que el deseo se borre del mapa.
En el caso de Rita la amenorrea fue el detonante. A los 52 años se le retiró la regla «y comenzó lo peor, aunque tampoco fue inmediato». Casada desde los 20, ahora tiene 60 y desde los 54 teme el momento en que una caricia de su marido termine reclamando un encuentro sexual que pocas veces le apetece. “Es una pena”, dice, porque considera que como mujer se encuentra en un buen momento, todavía fuerte, con un aspecto físico estupendo -pesa sólo 50 kilos- en forma y sin que se sienta agobiada por cargas familiares. Le agobia, eso sí, su falta de ganas. “Él lo lleva regular”, explica refiriéndose a su marido, a quien quiere seguir teniendo a su lado. “Nos queremos. A veces sales o tienes una noche un poquito romántica y lo normal es que al llegar a casa la termines en la cama, pero a mí sólo me apetece dormir y que me deje en paz”, asegura, reconociendo que la situación está afectando mucho a su relación de pareja. “No es fácil, podemos pasar fácilmente cuatro meses en blanco, y a los dos nos afecta psicológicamente”, explica. Por un lado, llegan las dudas: “¿Cómo echarle en cara que mire a otras si yo no le doy lo que necesita?”, se cuestiona. Por otro, la ansiedad que genera la presión sexual: “Me acuesto mucho antes, adrede, para no coincidir. Así, cuando él llega a la cama yo ya estoy dormida y evito cualquier posibilidad”.
La falta de deseo es un problema común para la mayoría de las mujeres en la cincuentena. “A mis amigas les pasa lo mismo”, apunta Rita, “lo hablamos entre nosotras, pero fuera de ahí la verdad nunca se cuenta; al revés, nos da vergüenza reconocerlo, con los compañeros de trabajo incluso presumimos de hacerlo cada noche, la bromita, porque parece que es lo que toca. Luego, cuando se cierra la puerta de casa, cada uno sabe lo que tiene dentro”.
Un tema tabú
“Hoy día se habla mucho de sexo, pero desde la gracieta, no desde la honestidad”, añade Núria Jorba, psicóloga, sexóloga y terapeuta de parejas. “La falta de deseo es un tema tabú y a las mujeres les da mucho pudor comentarlo, por el miedo al que dirán. Ese bloqueo a la hora de hablar de su intimidad genera que se sientan bichos raros, a pesar de que es algo muy común”, asegura Jorba. De hecho, aunque se agobien por la falta de relaciones, un 40% de mujeres ni siquiera se plantea ir al ginecólogo cuando nota los primeros síntomas de la falta de libido, según los datos que arroja otro estudio reciente, este bajo el título ‘El Mayor Estudio Internacional sobre Menopausia’ y realizado por la compañía de salud Essity en colaboración con la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), analizando la situación de mujeres en 11 países diferentes.
La falta de deseo femenino llega con un evidente cambio físico provocado por la menopausia. Pero no sólo. “Lo que está detrás es una sexualidad mal gestionada. El descenso hormonal y sus consecuencias son innegables, pero otra cosa es cómo puedes lidiar con la situación de una manera mejor. Claro que ayuda recurrir a suplementos alimenticios y geles para evitar la sequedad vaginal, hacer ejercicios para fortalecer el suelo pélvico y todas estas cosas… Eso está muy bien, pero no es suficiente, si normalizáramos el problema y habláramos abiertamente de él sería más fácil revertirlo”, afirma Núria Jorba.
Según la experta, en este punto muchas mujeres entienden el sexo casi como una obligación y dan por buenas unas relaciones sin deseo e incluso con dolor, movidas por el miedo de no dar a la pareja lo que necesita. “Pero esto sigue siendo cosa de dos, aunque no lo tengamos entendido así. Lo primero que hay que ver es cómo está trabajando él tu deseo, de qué manera se están generando espacios íntimos y cómo se está viviendo la sexualidad. Los problemas de sexo no se pueden resolver con sexo, sino abordando la intimidad”, explica.
Por eso, cuando una pareja en esta tesitura llega a su consulta, normalmente heterosexual y de mediana edad, lo primero que hace la experta es prohibirles el sexo. “En ese momento ellas se relajan y ya no evitan esa caricia de su marido que ya sabían a donde les iba a llevar. De esta manera, si la reciben con tranquilidad se fomentarán los momentos íntimos y todo será más fácil de lo que parece. A veces, mujeres que llevan sufriendo estos problemas sexuales durante cuatro o cinco años consiguen dejarlos atrás sólo con tres o cuatro sesiones”, añade.
Recuperar el erotismo
Hay solución. “Y pasa por recuperar el erotismo, ese gris que perdemos con los años y que se traduce, por ejemplo, en darse una ducha juntos o besarse en el coche, sin llegar a más”, dice Núria Jorba. También por eliminar la presión social entorno al envejecimiento de la mujer. “Hoy todo gira alrededor del antiaging, pero lo natural y saludable es cumplir años, y necesitamos herramientas para hacerlo con salud y bienestar“, apunta Cristina Martínez, fundadora, junto a Mireia Roca, de Domma. “Los síntomas de la menopausia pueden ser muy molestos y muchas mujeres los sobrellevan como un sufrimiento silencioso, porque todavía hay cierta invisibilización de esta etapa, a pesar de que es la más larga de nuestra vida. Ahí radica el tabú, tenemos miedo a lo que no conocemos”, dice Mireia.
Desde la comunidad que se agrupa en torno a su start up escucharon los problemas que la falta de deseo ocasiona a miles de mujeres. “Nos estaban diciendo que necesitaban un producto que aumentara su libido, así que hace año y medio nos pusimos a investigar cuál podía ser, basándonos en la evidencia científica y con la ayuda de un equipo de expertos en nutrición y ginecología”, explican Cristina y Mireia. Pero el el deseo femenino no depende de una pastilla azul, “si así fuera los grandes laboratorios ya la habrían inventado”, bromean, “la libido de la mujer funciona de otra manera”. En su lugar, ellas han puesto en el mercado un producto llamado ‘Deseo’ que en realidad es todo un plan que además de mejorar la sequedad vaginal implica, entre otras cosas, un trabajo a nivel psicológico con la ayuda de un coach y pone de manifiesto la importancia de formar una tribu: “Tener gente a tu alrededor que esté en tu misma situación y a quienes puedas decir con confianza ‘a mí me pasa esto’, generar ese espacio seguro cambia mucho las cosas”, añade Núria Jorba.
Una sexualidad distorsionada
Más allá de la menopausia, «sorprendentemente estamos viendo cómo la falta de deseo afecta también a los jóvenes, a pesar de que cada vez se inician en el sexo a una edad más temprana», añade Núria Jorba. ¿No es un contrasentido?, le pregunto. “Es fruto de la sociedad y la vida acelerada que nos ha tocado”, responde. “Sucede porque están hipersaturados de sexualidad y además la viven de forma distorsionada, idealizada o a través del porno”, asegura. “Tenemos un problemón con el deseo y además no entendemos cómo funciona porque no nos lo explican, no nos enseñan cómo generar intimidad. Estamos ante una sexualidad inmediata, pornográfica, explosiva… Y afecta tanto a los mayores como a los chicos de 20, que muestran menos interés por el sexo que las generaciones anteriores. Hay mucho sexo, pero poco deseo”. Ahora, explica, se impone lo que ella llama sexo como descarga de ansiedad: porno, masturbación y relaciones apresuradas sin calidad sexual. “Imagínate todo esto trasladado a la situación de una mujer madura que además no cuenta con la ayuda de sus hormonas… No estamos acostumbrados a darnos tiempo, la mujer se bloquea si a los cinco minutos no tiene lubricación, no hay juego, no hay caricias…”, dice Jorba. “Cuando una mujer nos dice ‘Yo no sufro sequedad’ le contestamos: ‘O eres muy afortunada o has cambiado de marido’; nosotras que llevamos 35 años con el mismo…”, bromean Cristina y Mireia. “Hay muy pocas parejas que tengan dentro de sus dinámicas el erotismo sin sexualidad. Y eso es lo que genera el deseo“, concluye Núria Jorba.